El día nacía por el
horizonte; tímido sonrojado se asomaba el sol.
Desde mi terraza
contemplaba el paisaje después de haberme desperezado y con un delicioso
desayuno sobre la mesa dejaba por unos momentos y con los ojos cerrados el
sentir en mi cara el roce amable del sol tan madrugador como yo.
Luego sentí que mi
corazón me invitaba a un nuevo día…y decidí caminar hasta el mar…llegué a la
orilla y dejando mi toalla en la arena decidí caminar por la orilla un buen
paseo hasta que sin pensarlo más me dejé
mecer por las aguas calmadas del mar.
Luego me senté en la
orilla y casi sin querer iban surgiendo en mi mente recuerdos unos lejanos y
otros no tanto…como si las mismas olas me los trajeran a mi mente.
Él mar me atrae y solo
con contemplarlo me transforma; soy otra persona
Pasaron los días y
volví sobre mis pasos; Aspiré por último y con ansia el aire puro de la brisa
del mar. Aquella orilla se quedaba lejos y mirándole le prometí volver el
próximo año.
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