lunes, 29 de octubre de 2018

“En los lugares tranquilos, la razón abunda”


A veces etiquetamos a los demás sin conocerlos bien, simplemente por la opinión de otros.
Siempre se puede aprender algo de otra persona, así que porqué no tratamos de conocerlas antes de formarnos una opinión?... ¡puede que te lleves muchas sorpresas agradables! Sin embargo, aquellos perfiles que no valoran las consecuencias de sus actos, ni miden el efecto de sus palabras, tampoco les preocupa el daño que puedan hacer a segundas personas. Todos hemos vivido en alguna ocasión esa característica de la estupidez humana donde se actúa con completa negligencia emocional y racional, sin ser consciente del efecto de ciertos comportamientos.
Nuestra zona de confort nos hace sentirnos más seguros. Abarca todo aquello que conocemos, esos ambientes de los que nos sentimos parte y en donde estamos totalmente a gusto. Dicen los psicólogos que las personas inteligentes suelen ser más reflexivas y también más inseguras en su día a día. Ante un mundo complejo, lleno de contradicciones, las personas inteligentes se ven como figuras “extrañas”, y ajenas a esos entornos. Las personas menos inteligentes suelen mostrar una elevada seguridad, son más vehementes, más “ruidosas” y tienen la capacidad de influenciar a los demás por este tipo de rasgos.
El mejor estado es vivir con una adecuada armonía interior donde no quede espacio para los vacíos, para los apegos o las idealizaciones imposibles. Lo creamos o no, a lo largo de nuestra vida siempre va a llegar ese momento. Ese instante en que nos digamos a nosotros mismos  “deseo calma, quiero encontrar mi equilibrio interior”. Debemos tener un propósito claro. Esa felicidad o paz  en la que uno se siente bien por como es con sus defectos y virtudes.

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